miércoles, 19 de diciembre de 2012

ANALOGÍA DEL PASTOR Y LAS OVEJAS !!! #1


SERIA  DE MUCHA BENDICION PARA LOS PASTORES DE HOY VER LA ANALOGÍA DEL PASTOR Y LAS OVEJAS !!!

 

Jesús  el buen pastor que dio su vida por las ovejas. En Juan 10, él dio a conocer la alegoría del Pastor y las ovejas para enseñarle a la gente cómo reconocer un ministerio genuino y distinguir el suyo de la falsificación provista por los fariseos.


1.)  Hoy  veremos que la analogía del Pastor y las ovejas le era familiar a la gente del Oriente.

 

La analogía del pastor y las ovejas, que Jesús enseñó en Juan 10, le era familiar

a los hijos de Israel. Al Salmo 23 se le llamó el Salmo del pastor. Comienza:

Salmo 23:1-3:

Jehová es mi pastor; nada me faltará.

En lugares de delicados pastos me hará descansar; Junto a aguas de reposo me

pastoreará.

Confortará mi alma;

Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.

Esta analogía se repite a lo largo del Antiguo Testamento. Aquí hay algunos

ejemplos que aparecen en los libros de Números y de Salmos:

Números 27:17:

Que salga delante de ellos y que entre delante de ellos, que los saque y los

introduzca, para que la congregación de Jehová no sea como ovejas sin pastor.

Salmos 95:7a:

Porque él es nuestro Dios;

Nosotros el pueblo de su prado, y ovejas de su mano...

Salmos 100:3b:

… Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado.

 

Dios cuidó a Su gente del modo en que un verdadero pastor cuida a las ovejas. Los líderes de la gente de Dios en el Antiguo Testamento también debían cuidar a la gente de Dios con ese mismo corazón. La analogía del pastor y las ovejas comunicaba claramente el amor y cuidado que Dios quería que se ejerciera sobre su gente al hombre oriental. En Juan 10 Jesús usa la analogía del pastor y las ovejas para confrontar a los líderes religiosos de aquellos días. El contexto de esta tremenda enseñanza de Jesús es muy iluminador.

En Juan 8 los fariseos interrumpieron la enseñanza de Jesús en el templo trayéndole a una mujer sorprendida en adulterio, exigiéndole que fuera apedreada. El apedreamiento, en el capítulo 8 y la excomunión, en el capítulo 9, fueron dos de las cartas de triunfo que los líderes religiosos usaron para inculcar miedo en la gente y así tratar de controlarlos. En vez de sucumbir a la presión para que apedreara a la mujer, Jesús intercedió por ella y la liberó.
Jesús, entonces, volvió otra vez a enseñarle a la gente, momento en el cual los fariseos volvieron a interrumpirlo, en el versículo 13 y lo llamaron mentiroso. Jesús, entonces, confrontó a los fariseos en la presencia de la gente, en el templo, para que aprendieran.

En el versículo 47 Jesús dice: El que es de Dios, las palabras de Dios oye; por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios. Después de esto, acusaron a Jesús de tener a un demonio o de estar poseído y, finalmente en el versículo 59, toman piedras para apedrearlo. Sin embargo, Jesús, en forma disimulada,  pasó por en medio de ellos y se apartó.  Mientras pasaba entre ellos, vio a un hombre ciego denacimiento y lo sanó. Los fariseos entonces atacaron al hombre, porque se había asociado con Jesús con Jesús y eventualmente lo excomulgaron.

Freeman, en su libro: Modales y costumbres de la Biblia, tiene una nota en la página 427 sobre la excomunión. Él dice, según el Talmud y los Rabíes, había tres grados diferentes de excomunión. En el primero, por 30 días no se les permitía tener ninguna comunicación con nadie, salvo a una distancia de 4 codos o cerca de 6 pies (2 metros). Tampoco se les permitía afeitarse y estaban obligados a vestir prendas de luto.

Si lo primero no lograba que la gente estuviera bajo su control, la segunda etapa requería que personas de la congregación formalmente los confrontaran y los maldijeran. Ya no se les permitía entrar al templo o la sinagoga y toda comunicación con otras personas estaba prohibida.

Si esto no ponía al excomulgado de rodillas, el tercer y último paso era prohibirle toda conexión con la gente judía, y entregarlos a completa perdición.

¿Hay alguien que reconozca esta práctica? Bien, Jesús no cumplió con el edicto que dictaron y salió a buscar al hombre. Comencemos el relato en Juan 9:35:

Oyó Jesús que le habían expulsado; y hallándole, le dijo: ¿Crees tú en el Hijo de Dios?

Jesús ya les había enseñado en Juan 6:37 que: todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera.  Juan 9:36-38:

Respondió él y dijo: ¿Quién es, Señor, para que crea en él?

Le dijo Jesús: Pues le has visto, y el que habla contigo, él es.

Y él dijo: Creo, Señor; y le adoró.

¡Qué respuestas tan diferentes las del hombre ciego de nacimiento y los líderes religiosos! Los fariseos se rehusaron a creer y el hombre nacido ciego, vehementemente creyó las palabras de Jesús. Luego Jesús comentó lo siguiente sobre lo que estaba pasando:  Juan 9:39-41:

Dijo Jesús: Para juicio he venido yo a este mundo; para que los que no ven, vean, y los que ven, sean cegados.

Entonces algunos de los fariseos que estaban con él, al oír esto, le dijeron [¿me

estás hablando a mí?]: ¿Acaso nosotros somos también ciegos?

Jesús les respondió: Si fuerais ciegos, no tendríais pecado [si no pudieran ver o no

supieran lo que están haciendo no tendrían pecado]; mas ahora, porque decís:

Vemos, vuestro pecado permanece. [Ustedes afirman que ven, o que saben lo que

lo que están haciendo, por lo tanto sí pecan. Tomaron la decisión y sabían lo que

estaban haciendo. Se juzgaron a sí mismos].

Recuerden que Jesús dijo: Para juicio he venido yo a este mundo. La palabra juicio a menudo se usa en decisiones judiciales legalmente necesarias. Jesús no vino a condenar al mundo, sino a hacer disponible que la gente creyera.

Juan 3:17,18:

Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el

mundo sea salvo por él.

El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado,

porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.

Jesús extendió la analogía del pastor y las ovejas a sí mismo, porque él fue el
máximo ejemplo de un verdadero buen pastor.

Juan 10:27: Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,

Jesús vino a traer la Palabra de Dios y la voluntad de Dios a la gente de Dios. Jesús hizo que la gente llegara al punto de tomar una decisión. ¿Iban a creerle o a rechazarlo? Tenían que tomar una decisión. El hombre ciego de nacimiento decidió creerle y recibió la vista. La mayoría de los fariseos rehusó creer y fueron cegados por el dios de este mundo, como dice en 2 Corintios 4:4.

¿Cuál es la voz que oímos? ¿A quién le damos nuestra atención y nuestra obediencia creyente? ¿A quién seguimos? Si estamos siguiendo a los pastores verdaderos nuestras vidas prosperarán bajo su cuidado.

CONTINUAREMOS  CON LA SEGUNDA PARTE…

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