SERIA DE MUCHA
BENDICION PARA LOS PASTORES DE HOY VER LA ANALOGÍA DEL PASTOR Y LAS OVEJAS !!!
Jesús el buen pastor que dio su
vida por las ovejas. En Juan 10, él dio a conocer la alegoría del Pastor y las
ovejas para enseñarle a la gente cómo reconocer un ministerio genuino y
distinguir el suyo de la falsificación provista por los fariseos.
1.) Hoy veremos que la analogía del Pastor y las ovejas le era familiar a la gente del Oriente.
La
analogía del pastor y las ovejas, que Jesús enseñó en Juan 10, le era familiar
a
los hijos de Israel. Al Salmo 23 se le llamó el Salmo del pastor. Comienza:
Salmo
23:1-3:
Jehová
es mi pastor; nada me faltará.
En
lugares de delicados pastos me hará descansar; Junto a aguas de reposo me
pastoreará.
Confortará
mi alma;
Me
guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.
Esta
analogía se repite a lo largo del Antiguo Testamento. Aquí hay algunos
ejemplos
que aparecen en los libros de Números y de Salmos:
Números
27:17:
Que
salga delante de ellos y que entre delante de ellos, que los saque y los
introduzca,
para que la congregación de Jehová no sea como ovejas sin pastor.
Salmos
95:7a:
Porque
él es nuestro Dios;
Nosotros
el pueblo de su prado, y ovejas de su mano...
Salmos
100:3b:
…
Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado.
Dios cuidó a Su gente del
modo en que un verdadero pastor cuida a las ovejas. Los líderes de la gente de
Dios en el Antiguo Testamento también debían cuidar a la gente de Dios con ese
mismo corazón. La analogía del pastor y las ovejas comunicaba claramente el
amor y cuidado que Dios quería que se ejerciera sobre su gente al hombre
oriental. En Juan 10 Jesús usa la analogía del pastor y las ovejas para
confrontar a los líderes religiosos de aquellos días. El contexto de esta
tremenda enseñanza de Jesús es muy iluminador.
En Juan 8 los fariseos interrumpieron la enseñanza de Jesús
en el templo trayéndole a una mujer sorprendida en adulterio, exigiéndole que
fuera apedreada. El apedreamiento, en el capítulo 8 y la excomunión, en el
capítulo 9, fueron dos de las cartas de triunfo que los líderes religiosos
usaron para inculcar miedo en la gente y así tratar de controlarlos. En vez de
sucumbir a la presión para que apedreara a la mujer, Jesús intercedió por ella
y la liberó.
Jesús, entonces, volvió otra vez a enseñarle a la gente, momento en el cual los fariseos volvieron a
interrumpirlo, en el versículo 13 y lo llamaron mentiroso. Jesús, entonces, confrontó a los fariseos en la
presencia de la gente, en el templo, para que aprendieran.
En el versículo 47 Jesús dice: El que es de Dios, las
palabras de Dios oye; por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios. Después de esto, acusaron a Jesús de
tener a un demonio o de estar poseído y, finalmente en el versículo 59, toman piedras para apedrearlo.
Sin embargo, Jesús, en forma disimulada,
pasó por en medio de ellos y se apartó. Mientras pasaba entre ellos, vio
a un hombre ciego denacimiento y lo sanó. Los fariseos entonces atacaron al
hombre, porque se había asociado con Jesús con Jesús y eventualmente lo
excomulgaron.
Freeman, en su libro: Modales y costumbres de la Biblia,
tiene una nota en la página 427 sobre la excomunión. Él dice, según el Talmud y
los Rabíes, había tres grados diferentes de excomunión. En el primero, por 30
días no se les permitía tener ninguna comunicación con nadie, salvo a una
distancia de 4 codos o cerca de 6 pies (2 metros). Tampoco se les permitía
afeitarse y estaban obligados a vestir prendas de luto.
Si lo primero no lograba que la gente estuviera bajo su
control, la segunda etapa requería que personas de la congregación formalmente los confrontaran y
los maldijeran. Ya no se les permitía entrar al templo o la sinagoga y toda
comunicación con otras personas estaba prohibida.
Si esto no ponía al excomulgado de rodillas, el tercer y
último paso era prohibirle toda conexión con la gente judía, y entregarlos a
completa perdición.
¿Hay alguien que reconozca esta práctica? Bien, Jesús no
cumplió con el edicto que dictaron y salió a buscar al hombre. Comencemos el
relato en Juan 9:35:
Oyó Jesús que le habían expulsado; y hallándole, le dijo:
¿Crees tú en el Hijo de Dios?
Jesús ya les había enseñado en Juan 6:37 que: todo lo que el
Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera. Juan 9:36-38:
Respondió él y dijo: ¿Quién es, Señor, para que crea en él?
Le dijo Jesús: Pues le has visto, y el que habla contigo, él
es.
Y él dijo: Creo, Señor; y le adoró.
¡Qué respuestas tan diferentes las del hombre ciego de
nacimiento y los líderes religiosos! Los fariseos se rehusaron a creer y el
hombre nacido ciego, vehementemente creyó las palabras de Jesús. Luego Jesús comentó
lo siguiente sobre lo que estaba pasando:
Juan 9:39-41:
Dijo Jesús: Para juicio he venido yo a este mundo; para que
los que no ven, vean, y los que ven, sean cegados.
Entonces algunos de los fariseos que estaban con él, al oír
esto, le dijeron [¿me
estás hablando a mí?]: ¿Acaso nosotros somos también ciegos?
Jesús les respondió: Si fuerais ciegos, no tendríais pecado
[si no pudieran ver o no
supieran lo que están haciendo no tendrían pecado]; mas
ahora, porque decís:
Vemos, vuestro pecado permanece. [Ustedes afirman que ven, o
que saben lo que
lo que están haciendo, por lo tanto sí pecan. Tomaron la
decisión y sabían lo que
estaban haciendo. Se juzgaron a sí mismos].
Recuerden que Jesús dijo: Para juicio he venido yo a este
mundo. La palabra juicio a menudo se usa en decisiones judiciales legalmente
necesarias. Jesús no vino a condenar al mundo, sino a hacer disponible que la
gente creyera.
Juan 3:17,18:
Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al
mundo, sino para que el
mundo sea salvo por él.
El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya
ha sido condenado,
porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.
Jesús extendió la analogía del pastor y las ovejas a sí
mismo, porque él fue el
máximo ejemplo de un verdadero buen pastor.
Juan 10:27: Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me
siguen,
Jesús vino a traer la Palabra de Dios y la voluntad de Dios a
la gente de Dios. Jesús hizo que la gente llegara al punto de tomar una
decisión. ¿Iban a creerle o a rechazarlo? Tenían que tomar una decisión. El
hombre ciego de nacimiento decidió creerle y recibió la vista. La mayoría de los
fariseos rehusó creer y fueron cegados por el dios de este mundo, como dice en
2 Corintios 4:4.
¿Cuál es la voz que oímos? ¿A quién le damos nuestra atención
y nuestra obediencia creyente? ¿A quién seguimos? Si estamos siguiendo a los
pastores verdaderos nuestras vidas prosperarán bajo su cuidado.
CONTINUAREMOS CON LA SEGUNDA PARTE…
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