viernes, 28 de diciembre de 2012

ANALOGÍA DEL PASTOR Y LAS OVEJAS (3ra PARTE)

Jesús es el buen pastor y él es el prototipo para todos los que siguen.

Juan 10:11:

Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas.

La frase su vida da implica mucho más que tan solo su sacrificio final en el calvario. También se refiere a cómo vivió su vida antes de aquel momento. Para que el sacrificio de su muerte cumpliera lo que Dios tenía en mente, tuvo que ser un cordero sin mancha o arruga. Él vivió una vida sin pecado, siempre haciendo la voluntad del Padre. Su autoridad la utilizó para servir.

Mateo 20:25-28:
Entonces Jesús, llamándolos, dijo: Sabéis que los gobernantes de las naciones se
enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad.
Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre
vosotros será vuestro servidor,
y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo;
como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su
vida en rescate por muchos.

Jesús ministró y dio su vida. La razón por la que la mayoría de la gente nunca captó que Jesús era un rey, es que andaban buscando a un rey como los gentiles, que ejerciera señorío sobre la gente.

Mateo 2:6:
Y tú, Belén, de la tierra de Judá,
No eres la más pequeña entre los príncipes de Judá;
Porque de ti saldrá un guiador,
Que apacentará [alimentará su rebaño como un pastor] a mi pueblo Israel.

Jesús fue un rey pastor, como David. Ellos, como verdaderos pastores bíblicos, cuidaron y proveyeron para la gente de Dios. Un pastor verdadero da porque está motivado por el amor. Él sigue el ejemplo del Señor, nuestro Pastor (Salmo 23).

Juan 3:16:
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito,
para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

Todo amor es dar. Cuando las personas toman son ladrones. Cuando usan y abusan de otros son ladrones y no verdaderos pastores.

Juan 13:34,35:
Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he
amado, que también os améis unos a otros.
En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los
otros.

Es nuestro amor del uno para con el otro, lo que nos permite dar nuestras vidas en servicio a la gente de Dios.

Juan 10:12-13:
Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve
venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa.
Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas [No
ha hecho una inversión. No tiene nada que perder. Sólo está ahí por el dinero y
las ovejas no le importan nada].

El jornalero contratado no era común en la sociedad del Antiguo Testamento. La familia trabajaba la granja. El grupo familiar incluía esclavos y parientes a quienes, usualmente, se les pagaba en especies. Así como Jacob que trabajó para Labán y se le pagó con las ovejas manchadas. La ley tenía previsto el tratamiento apropiado para el asalariado. Estaban ahí por el dinero y se les debía pagar al final del día.

Deuteronomio 24:14, 15:
No oprimirás al jornalero pobre y menesteroso, ya sea de tus hermanos o de los
extranjeros que habitan en tu tierra dentro de tus ciudades.
En su día le darás su jornal, y no se pondrá el sol sin dárselo; pues es pobre, y con
él sustenta su vida; para que no clame contra ti a Jehová, y sea en ti pecado.

Job 7:1,2:
¿No es acaso brega la vida del hombre sobre la tierra,
sus días como los días del jornalero?
Como el siervo suspira por la sombra,
Y como el jornalero espera el reposo de su trabajo,

¿Recuerda la parábola donde el jefe de familia contrató a los sirvientes para su viña en la mañana por un centavo, en Mateo 20:1-16? Se les pagaba al final del día y se quejaron porque los otros, que no trabajaron tanto como ellos, recibieron el mismo sueldo.

Juan 10:14-15:
Yo soy el buen pastor; y conozco  mis ovejas, y las mías me conocen,
así como el Padre me conoce [ginosko], y yo conozco al Padre; y pongo
mi vida por las ovejas.

Hubiera sido inconcebible que un hijo o un criado de la familia actuaran como un asalariado. Como parte de la unidad familiar se conocían el uno al otro. Habían pasado juntos por toda suerte de cosas. Los pastores habían combatido en contra de bestias y ladrones.

¿Recuerda cómo David le dijo a Saúl cómo él peleó en contra de las bestias que atacaron el rebaño de su padre?

1 Samuel 17:34-37:
David respondió a Saúl: Tu siervo era pastor de las ovejas de su padre; y cuando
venía un león, o un oso, y tomaba algún cordero de la manada,
salía yo tras él, y lo hería, y lo libraba de su boca; y si se levantaba contra mí, yo
le echaba mano de la quijada, y lo hería y lo mataba.
Fuese león, fuese oso, tu siervo lo mataba; y este filisteo incircunciso será como
uno de ellos, porque ha provocado al ejército del Dios viviente.
Añadió David: Jehová, que me ha librado de las garras del león y de las garras del
oso, él también me librará de la mano de este filisteo. Y dijo Saúl a David: Ve, y
Jehová esté contigo.

El pastor verdadero es capaz de arriesgar su vida. Nunca se da por vencido. Aun si la oveja estuviera ya muerta y fuera muy tarde para librarla, él todavía haría cualquier cosa que pudiera para salvarla, aunque fuera sólo una parte de la oveja.

Amós 3:12:
Así ha dicho Jehová: De la manera que el pastor libra de la boca del león dos
piernas, o la punta de una oreja, así escaparán los hijos de Israel que moran en
Samaria en el rincón de una cama, y al lado de un lecho.

Si la amenaza de bestias salvajes que pudieran devorar el rebaño era grande, los pastores se agrupaban y salían juntos en su contra, así como nos dice Isaías 31:4. Esto es lo que nosotros necesitamos hoy. Pastores que peleen por la gente de Dios, no con la gente de Dios. Pastores que se unan unos a otros para echar de la tierra las bestias que devoran a la gente de Dios.

Un asalariado no se queda y pelea, después de todo, no son sus ovejas.

Juan 10:16-18, 25-29:
También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer,
y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.
Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar.
Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y
tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.
Jesús les respondió: Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre
de mi Padre, ellas dan testimonio de mí;
pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho.
Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,
y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.
Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la
mano de mi Padre.

Si esto es verdad en cuanto a los siervos de Dios antes del día de Pentecostés, ¿cuánto más es cierto hoy día para los hijos de Dios renacidos del espíritu de Dios? No hay nada ni nadie capaz de arrancarlos fuera de la mano del Padre.

Jesús fue el buen pastor que dio su vida por las ovejas. Él enseñó la alegoría del pastor en Juan 10 para enseñarle a la gente a reconocer su ministerio genuino en contra de lo falsificado. Jesucristo fue el buen pastor que demostró y enseñó cómo uno debe guiar la gente de Dios. Hoy necesitamos pastores con el mismo corazón de servicio. No pastores que deseen ser ministrados, sino que estén dispuestos a ministrar. Nuestro Dios suplirá para Su gente estos verdaderos pastores. Cuán agradecidos debemos estar por ser servidos por un verdadero pastor.
BENDICIONES!!!

jueves, 27 de diciembre de 2012

ANALOGÍA DEL PASTOR Y LAS OVEJAS #2


En la 1ra parte de esta enseñanza fuimos a Juan 10, y vimos cómo Jesús se paró firme en contra de los fariseos, en el intento que hicieron de apedrear a una mujer sorprendida en adulterio y en excomulgar al hombre ciego de nacimiento. Ahora, Jesús enseñará la parábola del pastor y las ovejas. Jesús hablará a los fariseos en presencia de otros para el aprendizaje de ellos, Jesús dice:

Juan 10:1:

De cierto, de cierto [esta es la figura literaria epizeusis: duplicación] os digo [La frase "De cierto...os" denota una declaración solemne y vehemente]: El que no entra por la puerta [pasadizo] en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y salteador.

No es raro que por la noche las ovejas se apiñen cuando están a campo abierto, cuando no hay peligro, mientras los pastores velan por ellas (como en el nacimiento de Jesús en Lucas 2). Sin embargo, durante la noche, en distritos donde hay peligro de ladrones y de bestias salvajes, el corral de ovejas se transforma en un lugar de protección, de refugio, para éstas. El Corral de ovejas o redil es un recinto amurallado y simple. En un esfuerzo para proteger más el redil, en la parte superior de las paredes se pone leña ligera con espinas. Varias manadas pueden usar el mismo redil.

Juan 10:2,3:

Mas el que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es. A éste abre el portero [el guarda de la puerta], y las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas llama por nombre, y las saca.

Las ovejas eran muy especiales en la cultura bíblica, tanto como los perros en la nuestra. Se les ponía nombres y venían cuando se las llamaba. Recuerde que cuando Natán confrontó a David en 2 Samuel 12, él le habló sobre un hombre que tenía sólo una corderita, que era preciosa para él; que él había comprado y criado, y que había crecido con él y con sus hijos juntamente, comiendo de su bocado y bebiendo de su vaso, y durmiendo en su seno; y la tenía como a una hija. Las ovejas eran muy especiales en esta cultura. David era pastor y se indignó cuando Natán le contó esto. Natán llegó al corazón de David cuando le contó la historia de la corderita.

Juan 10:4,5:

Y cuando ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. [El pastor se ha probado a sí mismo, vez tras vez. Con regularidad las llevaba a pastos verdes y ellas estaban más que listas a seguirlo.]

Mas al extraño no seguirán, sino huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.

Los hijos de Israel debían conocer a Dios y obedecer Su voz del mismo modo en que las ovejas le obedecían a su pastor.

Deuteronomio 30:2, 8, 10, 20: Y te convirtieres a Jehová tu Dios, y obedecieres a su voz conforme a todo lo que yo te mando hoy, tú y tus hijos, con todo tu corazón y con toda tu alma,

Y tú volverás, y oirás la voz de Jehová, y pondrás por obra todos sus mandamientos que yo te ordeno hoy. cuando obedecieres a la voz de Jehová tu Dios, para guardar sus mandamientos y

sus estatutos escritos en este libro de la ley; cuando te convirtieres a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma.

amando a Jehová tu Dios, atendiendo a su voz, y siguiéndole a él; porque él es

vida para ti, y prolongación de tus días; a fin de que habites sobre la tierra que

juró Jehová a tus padres, Abraham, Isaac y Jacob, que les había de dar.

En cambio, el Faraón egipcio incrédulo no conocía a Jehová como su pastor, y él se

rehusó a obedecer su voz.

Éxodo 5:2:

Y Faraón respondió: ¿Quién es Jehová, para que yo oiga su voz y deje ir a

Israel? Yo no conozco a Jehová, ni tampoco dejaré ir a Israel.

Estas personas deberían haber conocido y entendido esta parábola, pero no lo hicieron.

Juan 10:6: Esta alegoría les dijo Jesús; pero ellos no entendieron [ginosko: conocer por

experiencia] qué era lo que les decía.

Estos fariseos no conocían por experiencia el cuidado y la preocupación que existe en el corazón de un verdadero pastor; no entendieron la parábola. Sin embargo, el hombre ciego de nacimiento sí la

entendió. Él sabía por experiencia cómo Jesús había salido a buscarlo, del mismo modo como un pastor lo hubiera hecho por una oveja perdida. Él sabía cómo el pastor consolaría y sanaría a su oveja. Pero estos fariseos no tenían ni idea. No lo podrían entender, así es que Jesús afectuosamente se los explica.

Juan 10:7-10:

Volvió, pues, Jesús a decirles: De cierto, de cierto os digo [ahí está esa frase

nuevamente]: Yo soy la puerta de las ovejas.

Todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y salteadores; pero no los oyeron

las ovejas.

Yo soy la puerta; el que por mí entrare [por ejemplo, entrar al redil], será salvo; y

entrará, y saldrá, y hallará pastos [será alimentado].

El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que

tengan vida, y para que la tengan en abundancia.

El ladrón es uno de los nombres del adversario, el diablo. Thayer dice: “El nombre es transferido a los falsos maestros que no se interesan en instruir a los hombres, sino que más bien abusan de su confianza por ganancia personal”. El pastor verdadero sirve por amor; y los ladrones, los falsos pastores, van tras su ganancia personal ¡He aquí la diferencia entre lo falso y lo genuino! Esto fue elaborado en detalle en Ezequiel 34.

Ezequiel 34:1-4:

Vino a mí palabra de Jehová, diciendo:

Hijo de hombre, profetiza contra los pastores de Israel; profetiza, y di a los

pastores: Así ha dicho Jehová el Señor: ¡Ay de los pastores de Israel, que se

apacientan a sí mismos! ¿No apacientan los pastores a los rebaños?

Coméis la grosura, y os vestís de la lana; la engordada degolláis, mas no

apacentáis a las ovejas.

No fortalecisteis las débiles [eso es lo que un pastor debería hacer], ni curasteis la

enferma; no vendasteis la perniquebrada, no volvisteis al redil la descarriada, ni

buscasteis la perdida, sino que os habéis enseñoreado de ellas con dureza y

con violencia.

La preocupación número uno del pastor debería ser el bienestar del rebaño. Sin embargo, estos pastores no estaban llevando a cabo el trabajo por lo que podrían dar; sino más bien, por el bien personal que podrían llegar a sacar de él. El versículo cuatro claramente demuestra lo que le sucedió al hombre ciego de nacimiento. Los fariseos no lo trataron con compasión. Por el contrario, lo trataron con una tremenda crueldad porque se rehusó a sucumbir a sus amenazas y habló la verdad referente al pastor verdadero.

Ezequiel 34:5-16:

Y andan errantes por falta de pastor, y son presa de todas las fieras del campo, y

se han dispersado.

Anduvieron perdidas mis ovejas por todos los montes, y en todo collado alto; y en

toda la faz de la tierra fueron esparcidas mis ovejas, y no hubo quien las buscase,

ni quien preguntase por ellas.

Por tanto, pastores, oíd palabra de Jehová:

Vivo yo, ha dicho Jehová el Señor, que por cuanto mi rebaño fue para ser robado,

y mis ovejas fueron para ser presa de todas las fieras del campo, sin pastor; ni

mis pastores buscaron mis ovejas, sino que los pastores se apacentaron a sí

mismos, y no apacentaron mis ovejas;

por tanto, oh pastores, oíd palabra de Jehová.

Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí, yo estoy contra los pastores; y demandaré

mis ovejas de su mano, y les haré dejar de apacentar las ovejas; ni los pastores

se apacentarán más a sí mismos, pues yo libraré mis ovejas de sus bocas, y no les

serán más por comida.

Porque así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo, yo mismo iré a buscar mis

ovejas, y las reconoceré.

Como reconoce su rebaño el pastor el día que está en medio de sus ovejas

esparcidas, así reconoceré mis ovejas, y las libraré de todos los lugares en que

fueron esparcidas el día del nublado y de la oscuridad.

Y yo las sacaré de los pueblos, y las juntaré de las tierras; las traeré a su propia

tierra, y las apacentaré en los montes de Israel, por las riberas, y en todos los

lugares habitados del país.

En buenos pastos las apacentaré, y en los altos montes de Israel estará su

aprisco; allí dormirán en buen redil, y en pastos suculentos serán apacentadas

sobre los montes de Israel.

Yo apacentaré mis ovejas, y yo les daré aprisco, dice Jehová el Señor.

Yo buscaré la perdida, y haré volver al redil la descarriada; vendaré la

perniquebrada, y fortaleceré la débil; mas a la engordada y a la fuerte destruiré;

las apacentaré con justicia.

¡Esto es la Palabra! Recuerde que en Juan 9:39 Jesús dijo: Para juicio he venido yo a este mundo. Él vino a traer la Palabra de Dios para liberar a la gente de Dios. Él salió a buscar a los que necesitaban ayuda; y de los que vinieron a él en busca de ayuda, no rechazó a ninguno. (Juan 6:37)

Ezequiel 34:28:

No serán más por despojo de las naciones, ni las fieras de la tierra las devorarán;

sino que habitarán con seguridad, y no habrá quien las espante.

Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos (Hebreos 13:8). Él no ha cambiado. Como Príncipe de los pastores todavía está activo y viviendo siempre para interceder por los santos (Hebreos 7:25). ¿Cree usted que Dios quiere que Sus pastores actúen hoy de un modo diferente?

1 Pedro 5:1-4;

Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos, y

testigo de los padecimientos de Cristo, que soy también participante de la gloria

que será revelada:

Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por

fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto;

no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo

ejemplos de la grey.

Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona

incorruptible de gloria.

Existe una diferencia entre el pastor verdadero y el ladrón. En la próxima enseñanza leeremos el resto de la analogía del pastor y las ovejas en Juan 10; y veremos cómo el buen pastor guía el rebaño debido a un compromiso hecho libremente y cómo pone el bienestar del rebaño por encima de cualquier aprovechamiento de ganancia personal.

CONTINUAREMOS CON LA PARTE #3…

miércoles, 19 de diciembre de 2012

ANALOGÍA DEL PASTOR Y LAS OVEJAS !!! #1


SERIA  DE MUCHA BENDICION PARA LOS PASTORES DE HOY VER LA ANALOGÍA DEL PASTOR Y LAS OVEJAS !!!

 

Jesús  el buen pastor que dio su vida por las ovejas. En Juan 10, él dio a conocer la alegoría del Pastor y las ovejas para enseñarle a la gente cómo reconocer un ministerio genuino y distinguir el suyo de la falsificación provista por los fariseos.


1.)  Hoy  veremos que la analogía del Pastor y las ovejas le era familiar a la gente del Oriente.

 

La analogía del pastor y las ovejas, que Jesús enseñó en Juan 10, le era familiar

a los hijos de Israel. Al Salmo 23 se le llamó el Salmo del pastor. Comienza:

Salmo 23:1-3:

Jehová es mi pastor; nada me faltará.

En lugares de delicados pastos me hará descansar; Junto a aguas de reposo me

pastoreará.

Confortará mi alma;

Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.

Esta analogía se repite a lo largo del Antiguo Testamento. Aquí hay algunos

ejemplos que aparecen en los libros de Números y de Salmos:

Números 27:17:

Que salga delante de ellos y que entre delante de ellos, que los saque y los

introduzca, para que la congregación de Jehová no sea como ovejas sin pastor.

Salmos 95:7a:

Porque él es nuestro Dios;

Nosotros el pueblo de su prado, y ovejas de su mano...

Salmos 100:3b:

… Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado.

 

Dios cuidó a Su gente del modo en que un verdadero pastor cuida a las ovejas. Los líderes de la gente de Dios en el Antiguo Testamento también debían cuidar a la gente de Dios con ese mismo corazón. La analogía del pastor y las ovejas comunicaba claramente el amor y cuidado que Dios quería que se ejerciera sobre su gente al hombre oriental. En Juan 10 Jesús usa la analogía del pastor y las ovejas para confrontar a los líderes religiosos de aquellos días. El contexto de esta tremenda enseñanza de Jesús es muy iluminador.

En Juan 8 los fariseos interrumpieron la enseñanza de Jesús en el templo trayéndole a una mujer sorprendida en adulterio, exigiéndole que fuera apedreada. El apedreamiento, en el capítulo 8 y la excomunión, en el capítulo 9, fueron dos de las cartas de triunfo que los líderes religiosos usaron para inculcar miedo en la gente y así tratar de controlarlos. En vez de sucumbir a la presión para que apedreara a la mujer, Jesús intercedió por ella y la liberó.
Jesús, entonces, volvió otra vez a enseñarle a la gente, momento en el cual los fariseos volvieron a interrumpirlo, en el versículo 13 y lo llamaron mentiroso. Jesús, entonces, confrontó a los fariseos en la presencia de la gente, en el templo, para que aprendieran.

En el versículo 47 Jesús dice: El que es de Dios, las palabras de Dios oye; por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios. Después de esto, acusaron a Jesús de tener a un demonio o de estar poseído y, finalmente en el versículo 59, toman piedras para apedrearlo. Sin embargo, Jesús, en forma disimulada,  pasó por en medio de ellos y se apartó.  Mientras pasaba entre ellos, vio a un hombre ciego denacimiento y lo sanó. Los fariseos entonces atacaron al hombre, porque se había asociado con Jesús con Jesús y eventualmente lo excomulgaron.

Freeman, en su libro: Modales y costumbres de la Biblia, tiene una nota en la página 427 sobre la excomunión. Él dice, según el Talmud y los Rabíes, había tres grados diferentes de excomunión. En el primero, por 30 días no se les permitía tener ninguna comunicación con nadie, salvo a una distancia de 4 codos o cerca de 6 pies (2 metros). Tampoco se les permitía afeitarse y estaban obligados a vestir prendas de luto.

Si lo primero no lograba que la gente estuviera bajo su control, la segunda etapa requería que personas de la congregación formalmente los confrontaran y los maldijeran. Ya no se les permitía entrar al templo o la sinagoga y toda comunicación con otras personas estaba prohibida.

Si esto no ponía al excomulgado de rodillas, el tercer y último paso era prohibirle toda conexión con la gente judía, y entregarlos a completa perdición.

¿Hay alguien que reconozca esta práctica? Bien, Jesús no cumplió con el edicto que dictaron y salió a buscar al hombre. Comencemos el relato en Juan 9:35:

Oyó Jesús que le habían expulsado; y hallándole, le dijo: ¿Crees tú en el Hijo de Dios?

Jesús ya les había enseñado en Juan 6:37 que: todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera.  Juan 9:36-38:

Respondió él y dijo: ¿Quién es, Señor, para que crea en él?

Le dijo Jesús: Pues le has visto, y el que habla contigo, él es.

Y él dijo: Creo, Señor; y le adoró.

¡Qué respuestas tan diferentes las del hombre ciego de nacimiento y los líderes religiosos! Los fariseos se rehusaron a creer y el hombre nacido ciego, vehementemente creyó las palabras de Jesús. Luego Jesús comentó lo siguiente sobre lo que estaba pasando:  Juan 9:39-41:

Dijo Jesús: Para juicio he venido yo a este mundo; para que los que no ven, vean, y los que ven, sean cegados.

Entonces algunos de los fariseos que estaban con él, al oír esto, le dijeron [¿me

estás hablando a mí?]: ¿Acaso nosotros somos también ciegos?

Jesús les respondió: Si fuerais ciegos, no tendríais pecado [si no pudieran ver o no

supieran lo que están haciendo no tendrían pecado]; mas ahora, porque decís:

Vemos, vuestro pecado permanece. [Ustedes afirman que ven, o que saben lo que

lo que están haciendo, por lo tanto sí pecan. Tomaron la decisión y sabían lo que

estaban haciendo. Se juzgaron a sí mismos].

Recuerden que Jesús dijo: Para juicio he venido yo a este mundo. La palabra juicio a menudo se usa en decisiones judiciales legalmente necesarias. Jesús no vino a condenar al mundo, sino a hacer disponible que la gente creyera.

Juan 3:17,18:

Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el

mundo sea salvo por él.

El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado,

porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.

Jesús extendió la analogía del pastor y las ovejas a sí mismo, porque él fue el
máximo ejemplo de un verdadero buen pastor.

Juan 10:27: Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,

Jesús vino a traer la Palabra de Dios y la voluntad de Dios a la gente de Dios. Jesús hizo que la gente llegara al punto de tomar una decisión. ¿Iban a creerle o a rechazarlo? Tenían que tomar una decisión. El hombre ciego de nacimiento decidió creerle y recibió la vista. La mayoría de los fariseos rehusó creer y fueron cegados por el dios de este mundo, como dice en 2 Corintios 4:4.

¿Cuál es la voz que oímos? ¿A quién le damos nuestra atención y nuestra obediencia creyente? ¿A quién seguimos? Si estamos siguiendo a los pastores verdaderos nuestras vidas prosperarán bajo su cuidado.

CONTINUAREMOS  CON LA SEGUNDA PARTE…