viernes, 28 de diciembre de 2012

ANALOGÍA DEL PASTOR Y LAS OVEJAS (3ra PARTE)

Jesús es el buen pastor y él es el prototipo para todos los que siguen.

Juan 10:11:

Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas.

La frase su vida da implica mucho más que tan solo su sacrificio final en el calvario. También se refiere a cómo vivió su vida antes de aquel momento. Para que el sacrificio de su muerte cumpliera lo que Dios tenía en mente, tuvo que ser un cordero sin mancha o arruga. Él vivió una vida sin pecado, siempre haciendo la voluntad del Padre. Su autoridad la utilizó para servir.

Mateo 20:25-28:
Entonces Jesús, llamándolos, dijo: Sabéis que los gobernantes de las naciones se
enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad.
Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre
vosotros será vuestro servidor,
y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo;
como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su
vida en rescate por muchos.

Jesús ministró y dio su vida. La razón por la que la mayoría de la gente nunca captó que Jesús era un rey, es que andaban buscando a un rey como los gentiles, que ejerciera señorío sobre la gente.

Mateo 2:6:
Y tú, Belén, de la tierra de Judá,
No eres la más pequeña entre los príncipes de Judá;
Porque de ti saldrá un guiador,
Que apacentará [alimentará su rebaño como un pastor] a mi pueblo Israel.

Jesús fue un rey pastor, como David. Ellos, como verdaderos pastores bíblicos, cuidaron y proveyeron para la gente de Dios. Un pastor verdadero da porque está motivado por el amor. Él sigue el ejemplo del Señor, nuestro Pastor (Salmo 23).

Juan 3:16:
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito,
para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

Todo amor es dar. Cuando las personas toman son ladrones. Cuando usan y abusan de otros son ladrones y no verdaderos pastores.

Juan 13:34,35:
Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he
amado, que también os améis unos a otros.
En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los
otros.

Es nuestro amor del uno para con el otro, lo que nos permite dar nuestras vidas en servicio a la gente de Dios.

Juan 10:12-13:
Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve
venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa.
Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas [No
ha hecho una inversión. No tiene nada que perder. Sólo está ahí por el dinero y
las ovejas no le importan nada].

El jornalero contratado no era común en la sociedad del Antiguo Testamento. La familia trabajaba la granja. El grupo familiar incluía esclavos y parientes a quienes, usualmente, se les pagaba en especies. Así como Jacob que trabajó para Labán y se le pagó con las ovejas manchadas. La ley tenía previsto el tratamiento apropiado para el asalariado. Estaban ahí por el dinero y se les debía pagar al final del día.

Deuteronomio 24:14, 15:
No oprimirás al jornalero pobre y menesteroso, ya sea de tus hermanos o de los
extranjeros que habitan en tu tierra dentro de tus ciudades.
En su día le darás su jornal, y no se pondrá el sol sin dárselo; pues es pobre, y con
él sustenta su vida; para que no clame contra ti a Jehová, y sea en ti pecado.

Job 7:1,2:
¿No es acaso brega la vida del hombre sobre la tierra,
sus días como los días del jornalero?
Como el siervo suspira por la sombra,
Y como el jornalero espera el reposo de su trabajo,

¿Recuerda la parábola donde el jefe de familia contrató a los sirvientes para su viña en la mañana por un centavo, en Mateo 20:1-16? Se les pagaba al final del día y se quejaron porque los otros, que no trabajaron tanto como ellos, recibieron el mismo sueldo.

Juan 10:14-15:
Yo soy el buen pastor; y conozco  mis ovejas, y las mías me conocen,
así como el Padre me conoce [ginosko], y yo conozco al Padre; y pongo
mi vida por las ovejas.

Hubiera sido inconcebible que un hijo o un criado de la familia actuaran como un asalariado. Como parte de la unidad familiar se conocían el uno al otro. Habían pasado juntos por toda suerte de cosas. Los pastores habían combatido en contra de bestias y ladrones.

¿Recuerda cómo David le dijo a Saúl cómo él peleó en contra de las bestias que atacaron el rebaño de su padre?

1 Samuel 17:34-37:
David respondió a Saúl: Tu siervo era pastor de las ovejas de su padre; y cuando
venía un león, o un oso, y tomaba algún cordero de la manada,
salía yo tras él, y lo hería, y lo libraba de su boca; y si se levantaba contra mí, yo
le echaba mano de la quijada, y lo hería y lo mataba.
Fuese león, fuese oso, tu siervo lo mataba; y este filisteo incircunciso será como
uno de ellos, porque ha provocado al ejército del Dios viviente.
Añadió David: Jehová, que me ha librado de las garras del león y de las garras del
oso, él también me librará de la mano de este filisteo. Y dijo Saúl a David: Ve, y
Jehová esté contigo.

El pastor verdadero es capaz de arriesgar su vida. Nunca se da por vencido. Aun si la oveja estuviera ya muerta y fuera muy tarde para librarla, él todavía haría cualquier cosa que pudiera para salvarla, aunque fuera sólo una parte de la oveja.

Amós 3:12:
Así ha dicho Jehová: De la manera que el pastor libra de la boca del león dos
piernas, o la punta de una oreja, así escaparán los hijos de Israel que moran en
Samaria en el rincón de una cama, y al lado de un lecho.

Si la amenaza de bestias salvajes que pudieran devorar el rebaño era grande, los pastores se agrupaban y salían juntos en su contra, así como nos dice Isaías 31:4. Esto es lo que nosotros necesitamos hoy. Pastores que peleen por la gente de Dios, no con la gente de Dios. Pastores que se unan unos a otros para echar de la tierra las bestias que devoran a la gente de Dios.

Un asalariado no se queda y pelea, después de todo, no son sus ovejas.

Juan 10:16-18, 25-29:
También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer,
y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.
Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar.
Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y
tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.
Jesús les respondió: Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre
de mi Padre, ellas dan testimonio de mí;
pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho.
Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,
y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.
Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la
mano de mi Padre.

Si esto es verdad en cuanto a los siervos de Dios antes del día de Pentecostés, ¿cuánto más es cierto hoy día para los hijos de Dios renacidos del espíritu de Dios? No hay nada ni nadie capaz de arrancarlos fuera de la mano del Padre.

Jesús fue el buen pastor que dio su vida por las ovejas. Él enseñó la alegoría del pastor en Juan 10 para enseñarle a la gente a reconocer su ministerio genuino en contra de lo falsificado. Jesucristo fue el buen pastor que demostró y enseñó cómo uno debe guiar la gente de Dios. Hoy necesitamos pastores con el mismo corazón de servicio. No pastores que deseen ser ministrados, sino que estén dispuestos a ministrar. Nuestro Dios suplirá para Su gente estos verdaderos pastores. Cuán agradecidos debemos estar por ser servidos por un verdadero pastor.
BENDICIONES!!!

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